martes, abril 17, 2007

Palomas y Palomares


Ve a decirle a la paloma que no ha sido decisión mía. Dile que desafíe a los números, y tal vez así, algún día, logrará encontrar su palomar.


En un salto atemporal de esa extraña esencia que llamamos mente, regresó a mi conciencia en este particular momento un principio matemático formulado por el gallego Dirichlet (primo hermano del gallego Schroedinger, según dicen).

"Si
n palomas se distribuyen en m palomares, y si n > m, entonces al menos habrá un palomar con más de una paloma" o bien, "Si n palomas se distribuyen en m palomares, y si n > m, entonces al menos habrá una paloma que se quede sin palomar".

Durante años, aprendí a odiar a los matemáticos por sus exhaustivos esfuerzos de demostrar un fenómenos evidente. Pero en un pensamiento que fácilmente podría ser confundido con activismo palomar, me pregunto: ¿A donde diablos van las otras palomas?

Pobrecita paloma sin palomar. Lo más probable es que también merezca su lugar, pero cuando escogió volar, otras n-1 palomas decidieron lo mismo. Y ahora está condenada a seguir volando en un abismo esperando tal vez que, algun dia, aparezca un nuevo palomar.

Supongo que esta temerosa y excitante situación no sería una aventura si hubieran mas palomares que palomas. Que mal uso de los recursos palomos sería. ¿No?

sábado, abril 14, 2007

Los dioses que terminaron la guerra

El siguiente relato está plagado de incoherencias y absurdos que cualquier aficionado a la filosofía podría destruir con tan solo un pestañeo. El mismo pestañeo omnipotente de un creador...


"Entes todopoderosos, hemos vivido en un periodo de barbarie durante los últimos cinco mil años. El mundo ha sufrido cambios irreparables y daños acelerados típicos de un planeta en agonía.
Desde que les dimos el libre albeldrío, las comunidades no han hecho más que progresar en pos de una evolución egoísta y autodestructiva. Se han convertido en el primer ser multicelular que se condena a sí mismo a su propia muerte.
Las regiones del este libran guerras contra las del oeste. Las del sur libran guerras contra las del norte. Una vez ganadas o perdidas (porque al fin y al cabo, en una guerra nadie resulta vencedor), las regiones libran guerras con sus vecinos. Y una vez ganadas o perdidas las regiones libran guerras contra las propias regiones. Desatándo guerras internas que consumen los estados como una estrella que consume su combustible nuclear.
Comienzan a girar en torno a su inminente bucle hasta agotar su reserva de energía. En las regiones pequeñas el terror sembró la muerte, dándole cábida a una momentánea paz, hasta que las grandes regiones las ocuparon, extrayéndoles los remanentes de energía.
Se agruparon, firmaron pactos de sangre y agua. Y luego los derribaron como si hubieran sido forjados en barro y cenizas. Las regiones grandes también libraron sus propias guerras, pero su tamaño superaba un valor crítico que impedía la muerte, explosiones electromagnéticas crearon racimos de otras explosiones electromagnéticas, una reacción en cadena que debilitaba la vida sin poderla aniquilar.
Nos han olvidado, en los últimos mil años han desarrollado su intelecto en una forma ordenada y creciente. Intentando explicar nuestras habilidades. Han cuantizado las tormentas de Thor y modelado los torbellinos de Eolos. Conciente de sus limitaciones físicas construyeron gigantes de hierro Bordaron en los corazones de sus hijos un símbolo de nuestra inexistencia. Olvidan fácilmente lo que sus propios padres hicieron, no los respetan ni a ellos ni a su memoria. Es hora de decir basta! No resistiremos su injusticia ni su inequidad.
Su fisiología imperfecta les confinó a su mundo, lleno de residuos nucleares y alguna que otra reserva de agua. Pero ahora, su instinto de supervivencia los impulsa a salir de la atmósfera que le hemos creado. Pronto estarán en condiciones de albergar un nuevo planeta para colonizar y agotar. No debemos permitir esta atrocidad. Ya hemos perdido a un mundo, no cometamos el mismo error.
Sé que la mayoría de ustedes puede sobrevivir en cualquier atmósfera. Pero también sé que estarán de acuerdo conmigo en que hemos de salvar al mundo y terminar con las guerras. Porque nosotros, aún con la perfección, necesitamos mirar el cielo y las estrellas u oler los azahares en primavera a fin de ser concientes de nuestra propia existencia.
El día de hoy los convoco para renegar del pacto milenario e interactuar con los humanos en su mundo. Debemos poner fin a la guerra."

Un vitoreo sacudió el olimpo, el orador levantó sus brazos y sonrio. Finalmente dijo: "Que así sea". Soltó un grito desgarrador y luego contrajo sus brazos, casi como si intentase cargar energía.

Los oyentes se mostraron reacios al principio, pero uno a uno se fueron sumando al grito desgarrador y el posterior proceso de concentración.

En otro plano dimensional, Las tormentas dominaron los golfos y las costas del pacífico. Los volcanes se detonaron en todas las islas del círculo de fuego. Los humanos, en un vano intento de unirse enviaron sus naves espaciales, pero un gigante de grandes músculos las desglutió.
En todo el mundo crecían los desastres y la población disminuía. Pero aún era demasiado alta para una aniquilación absoluta.

El orador movió los labios y en un idioma de un medio telekinético les dijo a todos. "Es hora".

Todos ellos pestañearon y el mundo se sumergió en tinieblas. La humanidad había desaparecido, y con ella todas las guerras se habían terminado.

Finalmente, tenemos un precioso mundo pata contemplar, vacío y lleno de cuerpos mutilados.

Los dioses aplaudieron y en un tiempo imperceptible se retiraron del olimpo. El orador observó que uno de ellos continuaba fijo en su lugar.
"Hay algo que desees agregar?", preguntó. El interpelado levantó la cabeza y en un tono de melancolía meramente humano contestó:

"Me pregunto que ocurrirá cuando nosotros, los propios dioses, entremos en guerra..."

lunes, abril 09, 2007

Letanía Bene Gesserit

No debo tener miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que lleva a la destrucción total. Afrontaré mi miedo, dejaré que pase sobre mí y a través de mi. Y cuando el miedo haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino y ver que donde antes estaba el miedo no habrá nada. Sólo estaré yo.


Extraído de Dune, de Frank Herbert