A donde quiera que la razón mirara veía gradientes de luz. El recinto era un arco iris de colores. Cada chapoteo se traducía en una longitud de onda perceptible. Lo que no era verde podía quemarte o atravesarte. Entonces la razón entrenó su percepción, sin guiarse de los entes contrincantes, estudió cada color y aprendió su significado.
Transcurrió un intervalo atemporal y la razón aprendió a dibujar colores. Cada evento de un futuro posible quedó registrado en una pintura cuadrimensional en el recinto de la mente.
La razón extendió sus manos y se concentró. Sus ojos perdieron cualquier color concebible y las imágenes de diferentes épocas aparecieron ante ella.
Se vio inmersa en una batalla milenaria librada por entidades que nunca había visto. Una bestia de aspecto felino doblegaba a sus adversarios hundiéndoles su garra en el pecho. Se percató de la presencia de la razón y corrió hacia ella.
La razón perdió la concentración. Asustada, regresó al estado natural, pero la bestia la siguió.
Comenzó a correr escapando de las estampidas amenazadoras del monstruo, y se dirigió hacia el lugar donde la Fe y el instinto continuaban peleando.
Ambos entes se volvieron hacia la bestia, levantaron sus brazos y comenzaron a invocar contra ella. La bestia dudó y quedó paralizada ante la indecisión. Con una mano los entes detuvieron a la bestia y con la otra continuaron peleando. La razón se levantó y gritó que se detuvieran. No le hicieron caso.
Pensó en las palabras que detendrían a la fe y al instinto. Mas no pudo encontrar la combinación
que detenga a ambos al mismo tiempo. Se concentró nuevamente buscando palabras en otras épocas, inclusive en futuros que aún nadie recordaba. Cayó en un escenario en el que proliferaban gritos de horror y angustia. Huyó de él invocando otro intervalo atemporal, pero parte del horror y la angustia volvieron con ella. Expulsó tales pensamientos y se materializaron como una nueva bestia que comenzó a atacarle con el mismo ímpetu que la anterior.
El instinto y la fe detuvieron nuevamente su batalla y usaron ambas manos para detener al par de bestias. Una vez paralizadas comenzó una guerra de juramentos. Y la razón descubrió que las palabras también dolían.
Huyó hacia un mundo de silencio y solo encontró oscuridad. Regresó rápidamente y con ella una sombra oscura que se transformó en la tercera bestia.
Los entes detuvieron por tercera vez su batalla y ya no pudieron frenar a las bestias. Comenzó una escaramuza estable entre zarpazos y fintas, entonces el instinto habló:
-¿Qué está pasando? ¿De donde salen las bestias?
- La razón las está trayendo - Contestó la Fe
- ¡Pues que las deje de traer!
- No sé que está ocurriendo. No puedo explicar como lo estoy haciendo - se defendió la razón.
- Eso es lo que ocurre cuando vives bajo la doctrina de una fe.
- ¿Prefieres acaso la insensatez de un instinto?
- Callen de una vez - Gritó agónicamente la razón. Se contrajo a si misma y saltó de época en época acarreando bestias sin control.
Los entes se vieron rápidamente superados en número y comenzaron a huir. Ninguno de los tres sobreviviría mucho tiempo el asedio de las bestias.
Entonces la razón intentó estudiar el movimiento de las bestias y predecirlo como meras partículas deterministas.
Invocó un intervalo atemporal y no obtuvo resultados categóricos. Las bestias se movían con una aleatoriedad que la razón no podía explicar. Este hecho perturbador duplicó el número de bestias.
- Cada pensamiento crea nuevos eventos que escapan mi control. El recinto está cayendo, no podremos sobrevivir por mucho más tiempo.
- Deja de pensar.
- ¿Cómo haces para dejar de pensar?
- Desvías tu atención del pensamiento hacia la acción.
- No comprendo... - dijo la razón, y una explosión interrumpió su conversación. No podían escapar de las bestias, que nacían y morían en un entorno centrado en la razón.
La Fe dio un grito de dolor y cayó inconsciente. La razón abrió los ojos de par en par y pensó en una venganza.Pero el pensamiento solo desató nuevas bestias que clamaban por venganza y se volvió hacia los últimos entes concientes del recinto.
La razón se volvió hacia el instinto, lo tomó de los brazos y le gritó:
- Enséñame a no pensar.
El instinto dudó por un instante, ¿Le enseñaría a la razón tal grandioso poder? Pero no cabía lugar la duda en tal momento de crisis, entonces el instinto invocó un intervalo atemporal y la razón aprendió a no pensar.
La razón se paró firme levantando su brazos mientras sentía un flujo de adrenalina que subía por la espina dorsal. Cerró el puño de la mano derecha y exclamó:
- ¡Ordénense!
Pero el caos no obedeció. Las bestias recularon y, furiosas, retomaron el impredecible movimiento.
- ¡No funciona...! - Gritó el instinto visiblemente aterrorizado - No existe energía suficiente en todo el recinto para doblegar el caos.
La razón calló al instinto de un siseo mientras cerraba los ojos y se llevaba un dedo a la boca.
- Quedate aqui... - dijo imperativamente - Cuida de la Fe...
Abrió súbitamente los ojos y comenzó a caminar.
- ¿A donde vas?
- Hacia adelante...
- ¿Cómo reconoces el adelante con todas las bestias girando a tu alrededor?
- Este es mi adelante - dijo la razón y echó a correr.
El instinto quedó paralizado. Tal vez por obedecer a la razón o tal vez por el miedo, no le importó, pues ahora estaba a salvo. Levantó la cabeza y vio a una razón corriendo en linea recta alejándose cada vez más.
Las bestias, centradas en la razón, la siguieron en su recorrido sin perder la aleatoriedad de su posición. La velocidad de la razón era insginificante en comparación con los saltos de las bestias, pero desde donde estaba el instinto, solo veía una inmensa bola de demonios dirigiendose hacia adelante.
El caos no había sido doblegado, pero ahora fluía en una dirección de modo que cualquiera que se encuentre lo suficientemente lejos, vería un orden.
El instinto sintió que una esperanza le invadía y comenzó a sonreír.
- Hoy es el día en el que la razón se convirtió en un ejecutor.
Una convaleciente Fe se reincorporó mientras y el Instinto se apresuró a contarle lo ocurrido.
La Fe sostuvo una invisible mirada con los ojos cerrados hacia el horizonte recuperando la orientación.
- El Ejecutor está ahora librando la primera de las batallas mas duras de su existencia. La retroalimentación de pensamientos ha colapsado y ella deberá enfrentarlos sola.
El instinto bajó la mirada, y se sintió desorientado. Se volvió hacia la Fe y finalmente dijo:
- Sin una Razón a la cual moldear, nuestra batalla carece de motivo. Propongo una tregua, al menos hasta que el Ejecutor regrese.
- De acuerdo - Contestó la Fe, y por primera vez se estrecharon la mano.
jueves, septiembre 27, 2007
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