En cierto momento aparecieron tres hombres que estaban desayunando en un bar. Uno de ellos dio un sorbo a una taza que tenía en la mano y exclamó:
-¡Ah, me quemé!
- Te dije que estaba caliente. Pero bueno, Imbécil no se hace, se nace - Le contestó el segundo hombre
- Para que el comentario sea sarcástico debería tener una base lógica, no una rima. - Protestó.
- Primero que nada, no se necesita de una base lógica y segundo, si es lógico.
- ¿Qué cosa? ¿Qué los imbéciles nacen así?
- Por supuesto. ¿Has visto acaso a una persona adquirir la imbecilidad?
- Uno no puede cuantificar la imbecilidad!. Solamente se trata de una sucesión continua de decisiones equivocadas que se asientan en un estado mental y característico de la persona.
- Bajo ese supuesto podrías, a modo de experimento, adoctrinar a un niño para que sea un imbécil.
- Los niños no son imbéciles, ellos interactuan con el mundo que los rodea para aprender y educarse, que nosotros no aprobemos sus costumbres es una mera convención.
- Si, si, incendiar una casa por jugar con fuego es educarse...
- En ese caso la imbecilidad es de quien dejó el fuego a disposición del niño.
- Entonces esa decisión define al imbécil?
- Por supuesto
- Pero las decisiones no siempre determinan dos estados posibles.
- Vale, vale, como mínimo dos, pueden ser muchos.
- ¿Cabría pensar en un grado de imbecilidad?
- Tal vez...
-Pero una decisión desenvuelve dos o más caminos. Y cada camino tiene sus propias decisiones. Luego la imbecilidad no es más que una ramificación fractal
-De nuevo con los fractales...
- Callense de una vez - Gritó el tercer hombre, que había permanecido callado hasta ese momento
Los otros dos se le quedaron mirando.
-¿Y a ti que te pasa?
-Nada en particular, solo estoy harto de sus discusiones vanas. Sin rumbo, sin dirección, sin sentido.
- ¿Se podría tener sentido sin dirección?
- Podrias tener una dirección aleatoria
- ¿Pero como diablos defines el sentido?
- ¡Basta! - Gritó de nuevo.
- Repito. ¿Qué te pasa? - Dijo el primer hombre
- ¿Qué te acontece? - Acotó el segundo
Suspiró para replicar la pregunta y sugerir que las preguntas no son equivalentes, pero se contuvo.
-Van a pensar que estoy loco.
- ¿Te ha importado alguna vez lo que pensemos? - Dijo el segundo hombre.
El tercero sonrió.
- Vale, vale. Tuve un sueño muy extraño. Yo entraba en un bucle y no sabía como salir de él.
- Y de qué trataba ese sueño? - preguntó el primer hombre.
- En cierto momento aparecieron tres hombres que estaban desayunando en un bar. Uno de ellos dio un sorbo a una taza que tenía en la mano y exclamó: "¡Ah, me quemé!"
sábado, abril 05, 2008
Suscribirse a:
Entradas (Atom)