sábado, marzo 25, 2006

La batalla más terrible

" Y llegó el día en que la Razón, el Intelecto y el Instinto se unieron para atacar la Fe...
tras mas de 2 años de intenso entranmiento, se han propuesto regresar y tomar venganza...
... llegó el día, en que la Fe tambalea al punto de perder la esperanza"

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2 años antes, el Instinto y la Razón desearon algo que la Fe les inhibía.

-Te digo que es antinatural. Una locura sin fundamento. Una ley ancestral que no se aplica en la actualidad.
- Si realmente fuera ancestral, deberían existir conflictos con la ciencia moderna. Vemos que no es así...
- De acuerdo, supongamos que el tomar lo que se desea cautive negativamente a una persona, pero supongamos que no llegamos a tomarlo, Simplemente nos acercamos cada vez mas cerca sin alcanzarlo
- ¿Por qué alguien haría eso?
- Venga, tienes que admitir que lo que realmente motiva es perseguir un deseo.
- Pero una vez obtenido...
- Una vez obtenido es un tema aparte, no lo discuto.
- ¿Perseguir sin alcanzarlo? Suena irresponsable.
- ¿Por qué? No causa daño alguno. Imagina tomar posiciones en función del tiempo y marcar una posición límite donde se encuentra el deseo. De tal modo que la función tenga una asíntota en ese punto. Asi pues te acercas al deseo con el correr del tiempo y nunca lo alcanzas.
- Suena lógico.
- Lo sé, es lógico, por eso me dispongo a ir hasta el deseo y volver.
- ¿Y por qué no lo haces?
- ¡Bah! La Fe nunca lo permitirá, ya sabes lo estricta que es. Por eso hablo contigo.
- Pero si tal como lo planteas no cometemos ninguna falta no debería haber ningun problema, deberías decirselo.
- No sé... Como que no me llevo muy bien con ella.
- Vale, no te preocupes, yo se lo preguntaré.
-¿De verdad?
- Si, lo haré.

Sin despedida alguna La Razón fue en busca de la Fe. Con una velocidad imperceptible a nivel mental, encontró a la Fe con los ojos cerrados. "¿Por qué nunca abre los ojos? Debería preguntarselo alguna vez".
Lo olvidó rápidamente, pues estaba muy emocionada, el instinto le había dado una explicación bastante buena y solo necesitaba la aprobación de la Fe.
Se dirigió a ella:

- Quiero intentar llegar al deseo- sin rodeos ni charlas inútiles, la Razón sabía que la Fe no perdía tiempo y era muy eficiente con sus palabras.
- Sabés que está prohibido.
- No, no quiero llegar a él. Solo quiero intentar hacerlo.
- ¿Por qué harías algo así? - La Fe sonrió.
- Realmente lo que motiva no es el alcanzar un Deseo, sino tan solo intentarlo, ¿No?.
- ¿De donde has sacado eso? - Inquirió la Fe. La Razón se ruborizó.
- El Instinto... él me planteó lo siguiente - Tras una breve explicación, idéntica a la que el Instinto le había ofrecido, la Razón explicó a la Fe como perseguir un deseo desde una perspectiva matemática.
- Solicito tu permiso para dejar que el Instinto persiga el deseo sin alcanzarlo.
- No te lo puedo conceder - Respondió sin dudarlo
- ¿Por qué?
- Es ilícito tanto para tí como para él hacerlo.
- ¿Por qué? Siempre has dicho que la acción de alcanzar el deseo es ilícito, ¡No hablo de alcanzarlo!
- Sabes que no tengo obligación de responder por qué.
El semblante de la razón cambió de excitación a tristeza. Era verdad. Había aceptado los dictámenes y principios que le habia dado la Fé en algun tiempo remoto que ya había olvidado.
- Por favor... siempre te he admirado por tu coherencia en lo concerniente a los actos para con los demás. La moral impecable y el progreso que significa seguirte donde quiera que me lleve.

La Fe sonrió. - Has crecido ya, no han habido muchos entres racionales que me hayan seguido desde tan jóvenes - La Razón se ruborizó. - Pero es la primera vez que realmente quieres saber por qué.
- Siento que cada vez comprendo mejor el mundo. Me has ayudado mucho en ello. Pero esto es algo que he deseado desde hace tiempo. Y ahora está alli, la oportunidad de sentir el placer. No estoy violando ninguna ley. ¿Por qué no puedo?
- Es verdad, cada vez comprendes más, pero no mejor. Aun si te lo respondiera, no lo entenderías- Dijo con una voz serena.
-¡¿Por qué?! - La Razón arqueó las cejas.
La Fe se encongió de hombros. "Es la primera vez que cuestiona un dictámen con tanta agresividad, está madurando y relacionando lo que sus sentidos le muestran. Llegará el día..."
Pero la Razón interrumpió los pensamientos de la Fe. Algo más calmada le tomó del hombro:
- Por favor, dimelo - insistió, ya con una voz más suave.

- Lo que planteas, es tomar una posición en función del tiempo y marcar una posición límite donde se encuentra el deseo. De tal modo que la función tenga una asíntota en ese punto. Asi pues te acercas al deseo con el correr del tiempo y nunca lo alcanzas.
- En efecto.
- El planteo es erróneo
- ¿Por qué?- Inquirió frunciendo el ceño
- Bajo ese concepto imaginas el deseo como una función determinista que tiene un mismo comportamiento a través del tiempo. Además, estás considerando que una persona reacciona de igual manera sin importar que tan cerca se encuentre del deseo.
- Si el objetivo es mantenerse alejado de él, no veo el error.
- En un nivel muy próximo a alcanzarlos, los deseos no se manejan con una función continua, sino que llega un punto en el cual una persona no puede acercarse más sin tomarlo. En ese nivel tan sútil, no se puede distinguir entre el deseo y la intención, pues el rango de la intención será tan grande que lo contendrá al deseo sin identificar su proximidad.
Para continuar el camino a través del tiempo se requiere dar un salto y cruzar la línea. En ese punto solo se puede identificar un "Hacer" y un "No hacer". Sencillo, ¿No?
Si le asignas un valor a la acción y otro a la inacción, obtienes que en esa escala, la función pierde el comportamiento que le asignaste y se transforma en una función impulso.

Durante un momento la Razón intento analizar la explicación, mas solo atinó a contestar - Entiendo la abstracción matemática, pero no comprendo su aplicación

- Te dije que no lo entenderías, aun te falta para comprender mejor - La Razón bajó la cabeza.
- Gracias... - dijo con sarcasmo. Dió media vuelta, miro de reojo a la Fe y pensó nuevamente "Nunca abre sus ojos... ¿Será que no puede ver?"

Luego de un intervalo atemporal, solo comprensible a nivel mental, la Razón volvió donde estaba el Instinto y le comunicó la sentencia dictada por la Fe.

- Es una estupidez! - Gritó el Instinto - Una concepción teórica que dista de la realidad. No somos animales, podemos controlar lo que hacemos.
- Segun la Fe. Al final terminaremos causando un daño sin darnos cuenta.
- Tonterías. El deseo está alli, esperándo. Te lo demostraré. Te demostraré a ti y a la Fe que puedo ir hasta el deseo y volver sin tomarlo.
- Nunca lo permitirá.
- No necesito su permiso.
- ¡No te dejaré ir contra la Fe!
El Instinto sonrió. - Tampoco necesito tu permiso.
- Soy la Razón, y te lo puedo ordenar - se paró frente al Instinto impidiéndole el paso.

El Instinto extendió su mano y con un movimiento de sus dedos, como si invocaraun hechizo, la Razón cayó de rodillas estremeciendose de dolor.
- Algun día controlarás este recinto. Serás el ordenador. Pero aún no eres nada - Dio media vuelta y se alejó rápidamente. Se detuvo en el umbral de la dimensión atemporal que la mente había creado. Miró por última vez a la Razón tomándose el pecho, agitada por el impacto que acababa de recibir, entró al umbral murmurando algunas palabras. La Razón solo pudo escuchar "Llegará el día..."

Una vez recuperada, la Razón se reincorporó, invocó otro intervalo atemporal y regresó junto a la Fe.
- Ha escapado - Le dijo con timidez.
- Aún no, está buscando una salida, pero ha vivido toda su vida aqui dentro. No sabe por donde salir.
- Pero lo sabrá pronto, ¿No?. He fallado en controlarlo... - Los ojos de la Razón se llenaron de lágrimas.
- Tranquila, todavía puedo sellar las salidas.
- ¡¿Y recluir al instinto?! ¿Como controlar su ira?
- Puedo usar toda mi fuerza contra él, pero...
- ¿Pero qué? - inquirió rápidamente.
- Tendras que gobernar en mi lugar mientras dura esta crisis. - Los ojos de la Razón se abrieron de par en par.
- Pero... pero todavía no estoy listo.
- Solo será por un tiempo. Solo hasta que selle las salidas y el Instinto regrese..
- Aún no comprendo el mundo como debiera.... - dijo sollozando
La Fe suspiró y repitió -"Llegará el día...". Pero la Razón no la escuchó, estaba preocupada por su inminente responsabilidad.
- ¿Y si no regresa?

La Fe calló por un momento y luego añadió
- Entonces prepárate para ser espectador de la batalla mas terrible que una razón pueda presenciar.

La Razón miró hacia arriba, contemplando la infinidad del recinto atemporal. Su inmensidad le permitiría al instinto esconderse.

Absorto en sus pensamientos, la Fe percibió la incertidumbre de la razón, y temió por su futuro.

Llegará el dia en que la Razón crea que ha comprendido todo el mundo que lo rodea y entonces gestará una sombra que inhibirá al Instinto y a la Fe, para finalmente devorar a la mismísima Razón.
Llegará el dia en que la Razón perderá la esperanza, y sumergirá el recinto de la mente en tinibieblas. Una oscuridad que llegará lenta y dolorsamente, pero que nunca terminará de llegar.

La Fe invocó otro intervalo atemporal y el recinto quedó completamente sellado. "Esperemos..."

Desde otro plano existencial, una lineas rojas recorrían el globo ocular de un joven de 17 años. Mientras caminaba lentamente de regreso a casa, observando como brotaba la sangre de una herida reciente en su mano.

viernes, marzo 03, 2006

El estigma de un mago

Raistlin, con el semblante torvo, caminó con pasos mesurados y dobló la esquina de la posada. Encontró a su hermano y a una de las camareras en el patio trasero del edificio. Estaban abrazados, el cuerpo menudo de la muchacha perdido en el inmenso del guerrero.

El mago los miró en silencio. El leve ondear de la túnica con la suave brisa fue el único movimiento de la figura quieta y tensa. Ni siquiera se escuchaba su respiración, ningún sonido escapó de sus labios. Lo asaltó un torbellino de emociones avasalladoras, un raudal que brotaba de ese pozo que debería meranecer sellado para siempre si quería alcanzar el verdadero poder. Se quedó estático al observar la escena; le ardía el pecho, preso de un fuego abrasador, pero también advirtió la frialdad que emanaba desde lo más hondo de su ser y que consumiría sentimientos y pasiones que le estaban vedados. Sin embargo, algo lo impulsaba, en abierto desafío a su férrea voluntad, a seguir frente a la escena. Llegó un momento en el que le resultó insoportable, doloroso.

- ¡Vamos, Caramon!¡No disponemos de tiempo suficiente para otra de tus conquistas!
siseó entre dientes.

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Fragmento del libro "Preludios de la Dragonlance. Volumen 3: Los hermanos Majere" Capitulo 7. Escrito por Kevin Stein.

Nunca hubiera podido describir de mejor manera, el estigma que lleva un mago, o cualquier otra persona que sacrifique su humanidad por algo que considera superior.