Las luces se apagan y contemplo el arte de combinar los sonidos. El tic tac del reloj ralenta y pierdo la noción del tiempo. Cruzo las piernas, siento que mi cuerpo se quiebra y el espacio se funde a mi alrededor. Mi perspectiva sale de mi ojo, veo la silueta de un hombre inmóvil y gradientes de colores que contrastan con la uniformidad del medio.
Quiero cambiar el color. Busco simetría, invariancia ante iluminaciones. Percibo temor, una lucha inminente, el color contra el no color. Lucho contra mi lucha. Pierdo la necesedad de simetría, y luego la obtengo.
Los colores comienzan a fundirse, desde afuera y hacia el centro. Alcanzo una perspectiva ilimitada y veo mis limitaciones. Concibo una guerra secreta retroalimentada entre hombre, entre mujeres y entre objetivos.
Me elevo aún más hasta sentirme en el fondo. La música ya no suena, resuena. Pierdo los sentidos, dejo de ver, dejo de oir. El color es homogéneo y la silueta resalta en el medio.
No la veo, no la necesito ver.
Los hombres han dejado de ser hombres. Las mujeres han dejado de ser mujeres. Los objetivos han dejado de ser objetivos. Me he elevado. Ahora yo soy yo.
domingo, diciembre 16, 2007
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